El liderazgo se hace, se transforma y se contagia

Por Almudena Lobato.

“Empiezo cada día diciéndome que soy una influencia positiva para este mundo”

Peter Daisyme

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Podría darle muchas vueltas, pero empezaré de forma clara, el mal liderazgo es contagioso y termina generando una cultura organizativa mala, con un clima laboral malo. Pero, ¿qué es un mal liderazgo?, es más, ¿cómo influye en el rendimiento de las personas y en los resultados de las organizaciones?, y sigo, ¿qué beneficio tiene para las empresas u organismos implantar un buen liderazgo?.

Y tras leer este primer párrafo, quizás te preguntes que qué más da todo esto si los números salen, o quizás incluso puedas pensar que no hay otro camino para levantar esos números que hacer cada día lo que haces tal y como lo haces. Números, no cabe la menor duda de que son importantes, y mucho. Si una empresa no es rentable se va a pique y acto seguido cierra. Así que sí, los números son muy importantes, en esto probablemente todos estemos de acuerdo. Sobre hacer lo que siempre haces, te invito a que sigas leyendo y te permitas reflexionar sobre ello.

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"Seguimos haciendo las cosas tal y como las aprendemos".

Volviendo al tema del liderazgo, ¿es realmente tan importante?. Total, cada uno es como es, como suele decirse por aquí “cada uno es de su madre y de su padre”, y bien sabido es eso que dicen de que “la mirada del amo engorda el caballo”… Te voy a ser sincera, por está línea podríamos estar días y días justificando nuestra propia conducta, hablando de dimes y diretes, de si toda la vida se ha hecho así, de refranes varios e historias mil. Créeme, esa no es la finalidad de este post.

Lo cierto es que a lo largo de nuestra vida mantenemos aquello que creemos. Seguimos haciendo las cosas tal y como las aprendimos, girando entorno a nuestra propia rueda, aunque la evidencia nos demuestre lo contrario. En general nos resulta más fácil autoengañarnos que cambiar. Así funciona nuestro cerebro, la mayor parte del tiempo trata de sobrevivir y, por supuesto, de llevar la razón. Así somos todos en piloto automático. Y esto es interesante conocerlo.

Aún así, lo más importante es saber que una de las mayores mentiras que se ha dicho en la historia de la humanidad es “yo soy así”. No somos inmutables, todos hemos cambiado a lo largo de nuestra vida y cambiaremos en la que nos queda en numerosas ocasiones, incluso aunque no queramos. Todo cambia y nosotros también. Nuestro cerebro también es experto en mantener una falsa sensación de estabilidad en un mundo en constante cambio.

Por lo tanto, nos cuesta cambiar pero cambiamos. Es más, nos gusta mejorar, y eso siempre implica un cambio.

¿Qué es un mal liderazgo?.

Un mal líder es aquel que no es capaz de desarrollar el máximo potencial de las personas de su equipo, es aquel que frustra lejos de motivar, es aquel que genera sistemáticamente con su conducta la aparición de emociones negativas en los demás, como pueden ser temor, inseguridad, enfado, angustia… es aquel que compite con su propio equipo o trata de ser mejor que ellos, es el que impone y no escucha, es el que pierde las formas cuando está estresado, enfadado o frustrado, es el que ve amenazas en sus colaboradores con más talento, es el que sólo ve errores y nunca felicita los aciertos… es al que no se echa de menos cuando no está, es aquel que lejos de sumar resta, es el que no permite brillar o incluso trata de dar sombra, es el que se ve abrumado por los objetivos y deja de ver a las personas…

Howard Gardner afirma que “una mala persona no llega nunca a ser buen profesional”. Estoy completamente de acuerdo con ello, la carencia de unos valores fundamentales como son el respeto y el aprecio por los demás, nos invalida para ser buenas personas y por consiguiente, para ser buenos profesionales, la carencia de humildad además nos incapacita para ser buenos líderes.

Tras leer esto probablemente te preguntes si un mal líder es una mala persona. La respuesta es no, en la mayoría de los casos. Claro que hay casos de jefes que rozan el narcisismo y, aún peor, la psicopatía. Personas vanidosas, con escasa empatía y que ven a los demás como herramientas para conseguir sus objetivos y no como personas con necesidades. Este tipo de jefe es terrorífico, literalmente, porque avanza desde el terror, la humillación o la exclusión, cosificando a las personas, no las perciben como seres emocionales sino como objetos. Este tipo de liderazgo, que más que líder es tirano, es un tipo ante el que empresas y organizaciones han de abrir bien los ojos e identificar, y como a una mala hierba retirar. Las malas personas cuánto más lejos mejor.

La realidad es que la mayor parte de los malos líderes son buenas personas que creen hacer las cosas de la mejor forma posible, de la mejor forma que saben, que tratan a los demás de forma parecida a cómo los tratan a ellos dentro de su organización. ¿Te dije ya que el mal liderazgo se contagia?. Pues bien, se contagiada de arriba a abajo, desde los mandos de mayor nivel jerárquico a los mandos intermedios o jefes de proyectos o equipos. Ese mal liderazgo desde un extremo hasta el otro, es lo que finalmente da lugar a la cultura organizativa, y no tanto celebrar el día del empleado, hacer un teambuilding o colocar una mesa de ping pong en la entrada de la oficina. Ese mal liderazgo genera una mala cultura organizativa.

No es difícil imaginar cuál puede ser el resultado de un equipo desmotivado y mal liderado. Normalmente el resultado a medio y corto plazo suele ser bueno y, en la mayoría de las ocasiones, se consiguen los objetivos. Las personas, incluso aquellas con un mal jefe, suelen ser responsables y cumplidoras en su puesto de trabajo. Los malos resultados llegan cuando esa situación se mantiene a lo largo del tiempo y empiezan a aparecer indicadores de un mal clima laboral e insatisfacción, así como bajos niveles de bienestar en el puesto de trabajo, es en esos momentos cuando la persona aún a pesar de su esfuerzo, implicación y responsabilidad, y debido al estrés y malestar que siente, comienza a mostrar un mal rendimiento e incidencias sobre su salud (ansiedad generalizada, estrés, depresión, síndrome de burnout…). En esta situación, la mayoría de las personas abandonarían su puesto de trabajo si pudieran o, en el mejor de los casos, lo harán en cuanto les sea posible. Un mal liderazgo genera un desaprovechamiento del talento hasta el punto de inutilizarlo, de apartarlo, de despedirlo y provoca la fuga del talento hacia otras empresas, así como dificulta su captación.

Volvamos ahora a aquello de que el mal liderazgo es contagioso. Es importante tener en cuenta que una cosa es que el mal liderazgo sea contagioso y otra que exima de responsabilidad al que lo ejerce. Cada uno es responsable de lo que hace, de mantenerlo o de mejorarlo. Un mal liderazgo ha de transformarse en uno bueno.

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Un mal liderazgo ha de transformarse en uno bueno.

Por otro lado, hay buenos jefes que no son líderes, ni buenos ni malos, porque no saben, porque nunca se lo han planteado, porque piensan que no forma parte de sus funciones. Son jefes que disponen de las suficientes habilidades para que su equipo responda de manera suficiente. Aquí la pregunta sería, ¿por qué conformarse con suficiente?. Todo jefe debe estar abierto a la mejora continua tanto de sí mismo como de su equipo. Aprender a desarrollar las habilidades de liderazgo le permitirán aprender a desarrollar a sus equipos para obtener un rendimiento excelente, a la vez que aumentar el engagement, la motivación y la satisfacción de sus colaboradores.

¿Qué hacer para generar un buen liderazgo?.

Hablo de buen liderazgo porque no todos los tipos de liderazgo valen, no a cualquier precio, y si hay un precio éste nunca ha de ser las personas. Toda empresa u organización ha de crecer y de tratar de obtener beneficios con las personas que la forman. Donde cada persona, independientemente de su rol, es importante y donde el trabajo de cada uno permite conseguir los objetivos y resultados deseados.

El Liderazgo es contagioso - Personas en positivo

El liderazgo se hace, se transforma y se contagia.

Aquello de creerse indispensable o de pensar que si no aprieto aquí nadie trabaja, ha de pasar a la historia. Eso tiene que ver más con las inseguridades y falta de habilidades que no con gestionar equipos de trabajo. Gestionar personas no es una asignatura con la que nacemos aprobada, más allá de las habilidades de cada uno, hay que aprenderlo.

Nadie nace sabiendo. Es por ello, que muchas de las asignaturas pendientes que van a dificultar un buen liderazgo son las dificultades para gestionar las propias emociones y las de los demás, déficits en habilidades sociales, niveles altos de inseguridad, exceso de perfeccionismo, falta de habilidades para gestionar conflictos, dificultades para afrontar el estrés, inadecuado estilo de comunicación, entre otros.

Te dije que el mal liderazgo se contagia, pues bien, el buen liderazgo también es contagioso. Por ello, invertir en programas que promuevan un liderazgo positivo y transformacional, facilita el contagio a lo largo de toda la organización de conductas dirigidas a cambiar y mejorar las relaciones laborales, la cultura organizacional, el clima laboral y el rendimiento de las personas, así como a mejorar los índices de bienestar, de motivación, el engagement y la salud de las personas que lo integran. Y eso, traducido, permite a las empresas y organizaciones promover, atraer y retener el talento, mejorar la productividad y ser más competitivos.

Te invito a leer el siguiente post de Jack Zenger y Joseph Folkman, “El buen liderazgo se contagia, y el malo también”.

Cuando las personas importan, a las personas les importan las Organizaciones.

Un saludo y buen camino.
Almudena Lobato.

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– Si quieres mejorar como Líder, mejora como Persona.

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Fotos: Pixabay.

 

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