¿Tienes que salir de tu zona de confort para avanzar?

¿Tienes que salir de tu zona de confort para avanzar?

Por Almudena Lobato

Me pidieron que borrara

todo lo que sabía,

pero no pude…

Después entendí

que nunca hizo falta.

Muchas veces lo he pensado, ¿por qué lo llaman zona de confort?. No tengo claro si es por una mala traducción del inglés o cuál es el motivo. Personalmente, prefiero el término zona de seguridad, zona conocida o incluso, zona de hábitos. Creo que el concepto zona de confort a menudo resulta difícil de comprender, dado que confort tiene en general un significado muy diferente para nosotros.

Escuchamos hablar día sí y día no de la zona de confort, nos alientan a salir una y otra vez. Sólo falta que nos persigan con un megáfono por la calle para recordarnos “lo mala” que es la zona de confort y lo poco que crecemos y avanzamos en ella. ¡Pobre de aquel que no quiera salir de su zona de confort!. Pareciera que el mundo se dividiese entre aquellos que salen de su zona de confort y los que no, los que avanzan y los que se estancan, los triunfadores y los fracasados. Demasiado simple para ajustarse a nuestra realidad psicológica.

¿Qué es eso de la zona de confort?

Me dijeron que no lo estaba haciendo bien,

y no pude mirar más lejos…

Ya sólo podía ver mis pies.

El concepto zona de confort es muy antiguo, de principios del siglo pasado (como ves no es nada novedoso), lo acuñaron Robert M. Yerkes y John D. Dodson tras un conocido experimento psicológico. Por resumirlo mucho y explicarlo de forma muy sencilla, en su conocida Ley de Yerkes-Dodson sobre la relación entre el rendimiento y la motivación, lo que vienen a decirnos es que las personas tenemos una zona de relativa comodidad (zona de “confort”) que permite un rendimiento constante y que necesitamos cierto grado de ansiedad o estrés para poder aumentar un poco ese rendimiento (zona de “ansiedad óptima”).

¿Y qué significa todo esto?. Las personas tendemos a movernos dentro de una zona de seguridad que está relacionada con nuestras experiencias y aprendizajes y que está conformada principalmente por  nuestros hábitos. Es una zona conocida en la que nos manejamos bien y que permite que resolvamos de forma satisfactoria y sin un gran esfuerzo ni demasiada motivación, la mayoría de las situaciones que nos encontramos en nuestro día a día. Es una respuesta evolutiva que nos permite necesitar pocos recursos para realizar las cosas cotidianas y conocidas, y guardar el resto de recursos para nuestra supervivencia.

Sí, ya sé que habitualmente no tenemos que estar protegiendo nuestra vida y que vivimos en un entorno relativamente seguro, ¡afortunadamente!, pero nos viene de serie genéticamente para cuando lo necesitemos (esperemos que pocas veces o nunca). Nuestro cerebro es antiguo y sigue funcionando de idéntica forma a cuando teníamos que salir a cazar para alimentarnos o vivir en cuevas. El mundo ha cambiado mucho, nuestro cerebro no.

Por lo tanto, esta zona habitualmente llamada como zona de confort es la forma en la que nuestro cerebro trata de proteger nuestra vida y la hace más sencilla, simplificando conductas complejas en hábitos sencillos y proporcionándonos la sensación de vivir en un entorno predecible y seguro.

 

¿Tienes que salir de tu zona de confort o seguridad para avanzar?

Cuando me alejo de mí… me pierdo.

La zona de confort o de seguridad es la forma en la que nuestro cerebro procesa la información, aprende, recuerda, anticipa… y, sobre todo, trata de sobrevivir. Esta zona está llena de automatismos, de hábitos aprendidos que en algún momento resultaron positivos o nos hicieron sentirnos bien o nos permitieron poder resolver algo o disminuyeron nuestra ansiedad o tristeza… en definitiva, que nos resultaron útiles. Nuestro cerebro es así, repite patrones aprendidos que entiende que nos son útiles. Esto nos permite responder de forma reactiva y automática a la mayoría de las situaciones que nos encontramos cada día, obteniendo un buen rendimiento en la mayoría de las ocasiones y solucionando con lo que ya sabemos lo que nos sucede.

Sin embargo, al ser una respuesta automática, rápida y poco reflexionada, puede suceder que no fuese la mejor solución y en ese caso, salvo que nos parásemos a pensar en ello, ni siquiera nos daríamos cuenta, imbuidos en nuestros automatismos y hábitos (ese es el revés y el inconveniente). ¿Significa esto que tengo que salir de mi zona de confort para avanzar?. No exactamente.

Nuestro cerebro responde con automatismos con mucha rapidez, pero también puede activar una forma más proactiva que facilite el proceso de reflexión y la búsqueda de nuevas o mejores soluciones que la encontrada. Este proceso requiere de más atención, tiempo, esfuerzo y energía por nuestra parte, no sólo busca en lo conocido sino que también favorece la adquisición de nuevos aprendizajes que nos puedan ser de utilidad. Esta respuesta se da a situaciones muy concretas que, por su novedad o dificultad, requieren de un extra de trabajo por nuestra parte ya que lo que sabíamos  hasta ahora ya no es suficiente.

Ambos procesos conviven en nuestro cerebro, por lo que nunca estamos de forma exclusiva dentro o fuera de la zona de confort, sino que estamos en ambos lados siempre. Para algunas situaciones concretas estaremos en nuestra zona de confort, mientras que para otras estaremos fuera de ella. Ante una misma situación y según el momento podemos pasar de un proceso a otro en función de lo que necesitemos. Saber que disponemos de ambos procesos y confiar en nuestra capacidad para usarlos adecuadamente en función de lo que necesitemos, es lo que nos da seguridad y nos permite ser más resolutivos.

Es necesario saber cuándo avanzar con lo que uno sabe,

saber cuándo parar y reflexionar

y saber cuándo aprender o hacer algo nuevo para seguir avanzando.

 

Avanzar es saber cuándo mantener un hábito y cuando cambiarlo

Cambiar hábitos es seguir aprendiendo. Si lo aprendido sobre algo no es suficiente o ya no te sirve, puedes aprender cómo hacerlo de una forma diferente. Por ejemplo, si aprendiste a “montar un pollo” cuando alguien te lleva la contraria, puedes aprender a permanecer con calma en esas situaciones y expresar tu opinión de forma respetuosa.  Tu hábito no te define, tú no tienes por qué seguir comportándote así, has aprendido a resolver este tipo de situaciones de esta forma y lo has repetido tantas veces que hoy es tu reacción automática. La buena noticia es que si no te va bien así y te ocasiona problemas (contigo y/o con los demás) puedes cambiarlo.

Cambiar implica aprender nuevas formas de responder, cambiar tus hábitos actuales por otros mejores. No podemos desaprender, ni borrar nuestra memoria, pero sí podemos seguir aprendiendo para tomar mejores decisiones que nos lleven a buscar mejores soluciones, a hacer las cosas de mejor forma y a desarrollar nuevos y mejores hábitos.

Ni tienes que salir de tu zona de confort o seguridad, ni tienes que quedarte en ella. O dicho de otro modo, elige cuándo quedarte y cuándo salir en función de cómo te sientes y de tus resultados. Unas veces avanzarás dentro de tu zona de confort y otras fuera.

La zona de confort no es una zona estática sino una zona que está en continuo crecimiento. Todo aquello que cambias y aprendes nuevo, la hace crecer. Cuánto mayor sea tu zona de confort o seguridad, más podrás avanzar dentro de ella. Si te quedas en aquello de “yo soy así” o piensas que “ya lo se todo” o “yo no puedo”, lo único que harás será quitarte la oportunidad de mejorar tu propia vida, ser más reactivo y tener más dificultades para afrontar los cambios que necesites realizar.

No te quedes escuchando sólo a quien te dice que “salgas de tu zona de confort y que tú puedes” o que “si no lo haces es porque no quieres”. De hecho, no toleres nunca que alguien te diga algo así e invítale a colocarse en tus zapatos. Cambiar nuestros hábitos necesita mucho más que actitud, además de querer se necesita saber o aprender cómo hacerlo, que se den las circunstancias oportunas para poder llevarlo a cabo y finalmente hacerlo.

Ante cambios importantes y/o que te resulten especialmente difíciles o no sepas cómo hacerlo, los profesionales de la Psicología (psicólogos y psicólogas) somos los profesionales que te podemos enseñar a que aprendas cómo hacerlo.

Sólo cuando amo quien soy,

dejo de sentir miedo por quien puedo ser.

Un saludo y buen camino,

Almudena Lobato.

 

Próximos eventos y formaciones:

Nos vemos en Move Your Talent Oviedo, los próximos 24 y 25 de enero de 2020.

Allí estaré junto a Elena Arnaiz y Rubén Montesinos.

Puedes inscribirte en www.moveyourtalent.es

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